Siento que mi corazón
arde en llamas por ti,
que este nuevo otoño
ha nacido incendiado;
el viento recorre su camino
y me susurra tu nombre,
y sólo tu presencia basta
para sentirme embriagado.
Persigo tus manos,
siento tu presencia;
sonido de violines
labios que persiguen labios;
ojalá que no amanezca
y te quedes en mis brazos.
Ya palidece la noche,
y yo juego a encontrarte
dulce, niña, eterna como tus ojos
muéstrame tu estrella encendida;
entre las grises gotas del rocío,
entre las suaves olas del camino,
entre la luz de tu boca ya dormida.
Ya palidece la noche,
y yo juego a encontrarte;
Persigo tus manos,
siento tu presencia;
la luna ha traído un nuevo otoño
ha nacido incendiado.
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